Senda fluvial del rio Nansa.

En esta ocasión nuestro principal objetivo es pasear y disfrutar de la naturaleza en la senda fluvial del Nansa, aunque antes realizamos un par de paradas “curiosas” en el museo del Indiano en Colombres y en el monasterio de Santa María de Tina, junto a los espectaculares acantilados de Pimiango. Después de una semana de lluvias, el día amanece espectacular, como cada vez que salimos de excursión. Está claro que tenemos una alianza con los elementos, y estos siempre nos son propicios.

La senda fluvial  del río Nansa es un recorrido temático dedicado al agua, al patrimonio industrial y a la obra pública asociada al río.

Nosotros realizamos el tramo desde Muñorrodero hasta la central hidroeléctrica de Trascudia, unos 4.80 kms ida, más lo mismo de vuelta.

Existen numerosas variantes para realizar la senda, y todas igualmente estupendas, todo depende de cuál sea vuestro planteamiento. Si pincháis aquí , podéis ver aproximadamente cuál fue nuestra opción. 

La senda apenas tiene desniveles, y está bien acondicionada y señalizada. Discurre en su mayoría por las trochas de los pescadores, donde se han añadido pasarelas  de madera y algunas escaleras excavadas en la roca. En un punto de la senda, se puede elegir entre recorrer la senda tradicional o la de aguas bajas, cuando el río no baja con mucho caudal. Nosotros elegimos la segunda, que va justo al borde del río, y es aún más bonita, si cabe.

Como el día era soleado, agradecemos la sombra del bosque de ribera, con alisos, fresnos, sauces, espinos, laureles y encinas. Estos bosques fueron utilizados en el pasado para alimentar las fraguas de las numerosas ferrerías que existieron en la zona.

Más o menos a mitad del recorrido, nos encontramos con un rincón precioso:  la cueva-surgencia de Confría. Tiene todo el aspecto de estar repleta de murciélagos, además de parecer peligrosa, así que ni nos planteamos el asomarnos.  A lo largo del camino encontramos también varios refugios para pescadores y dos “teleféricos” con los que cruzan el río. Se trata de plataformas de arrastre manual, una de ellas parece que funciona aún, y hacemos una pequeña prueba. No os recomendamos que hagáis lo mismo, pues el mecanismo funcionaba sólo a ratos.

En un pequeño claro en el recorrido, nos paramos a comer de picnic, unos sentados a la sombra, y otros al sol, como lagartos. Podéis llevar unas mantas o unas toallas, para tumbaros después de la comida, pues en ese entre sol y sombra se está de lujo, e invita a echar una pequeña cabezada.

Os recomendamos que os acerquéis hasta la cercana Ferrería de Cades, que ha sido recientemente rehabilitada y se puede ver en funcionamiento.  Pinchad aquí para más información .

Terminamos el recorrido en la central eléctrica de Trascudia, donde disfrutamos de la vista de una pequeña cascada doble. A pocos pasos de esta, subiendo por el camino que comienza a la izquierda, llegamos a la casa de un paisano curiosísimo que, aunque no es un bar, ofrece bebidas frescas y unas sillas para sentarse en su terreno. Charlamos y nos reímos un rato con esta persona muy peculiar antes de emprender nuestro camino de regreso.

Precisamente en el regreso, una parte del grupo decide atajar por un camino que nos indica esta persona, y que efectivamente te ahorra aproximadamente medio kilómetro, además de poder disfrutar de unas vistas del recorrido que hemos hecho desde otra perspectiva y a más altura.

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